Decía pues, que el día había llegado. Ese pinche miércoles negro, nefasto, el día clave. La única materia sin posibilidad de recuperar exámenes fallados, pues esa era. Y era el caso que las evaluaciones probaban el conocimiento del alumno (= sin luces, es decir, gil) en torno a la nada misma. ¿De qué hablamos cuando hablamos de la nada misma? ¡Pues de muchas cosas! Por ejemplo nada, nada, y en algunas ocasiones de un poco de nada. Espero ser claro repitiendo exhaustivamente que nadie sabía qué hostias iba a ser ese examen, pues nadie tenía idea de qué estilo podrían ser algunas preguntas sobre "la nada". La nada, me refiero a un tema puntual, pero que tiene tan poco valor para nosotros que es despreciable. Como la h en una derivada.
Lo que proseguía, y era clave, o más bien diría, clave de sol, para aprobar este examen... o morir intentándolo... era la guitarra de oro. Algunos alumnos usan la técnica del "guitarreo" para pretender que poseen conocimiento en torno a algún tema, cuando la realidad es que poco, o más bien, nada, es lo que saben del mismo. Durante los años, he sabido desarrollar instrumentos que pude trasladar a mi lapicera y ella a mi humilde hoja rota. A través de las eras, algunos instrumentos a destacar han sido el clarinete cósmico, la batería, la orquesta, el coro completo, la filarmónica de Buenos Aires, el cello eléctrico, el charango místico. el bandoneón, el contrabajo con silenciador, el theremín, el piano de cola. Pero nunca había usado la guitarra eléctrica de oro, que alguna vez supo usar el mismísimo Michael Jackson en sus ratos libres.
La retiré del estuche, cuidadosamente, y me propuse afinarla. Las notas estaban casi a la perfección, pero casi no era una opción. Luego, entré en calor de acuerdo al siguiente tutorial, y me senté.
El público ovacionaba. Se oía el clamor de la gente.
Entró la profe.
"Tomen sus exámenes. Antes que nada, comento dos cosas: Letra clara, de lo contrario no corrijo. Tacho y pongo MAL".
Inmediatamente apagué el pedal de distorsión... Mi letra es paupérrima y planeaba hacerla aún peor para rozar los límites de lo ininteligible para causar estragos al momento de la corrección. Simplemente una forma de protestar. Pero supe que me jugaría en contra. Sonido plano.
"La otra cosa, es que no voy a tolerar que hablen si no saben y no leyeron los textos. Me doy cuenta cuando es así, y si no saben déjenlo en blanco así por lo menos desaprueban honestamente."
Por un instante mis esperanzas se desvanecieron. Pero entonces, observé a la guitarra, aún en mi mano izquierda, que me miraba con una sonrisa perspicaz. Le devolví un guiño. "Todo va a salir bien... después de todo, el público nos ama, ¿no? Nadie se da cuenta cuando el músico toca una nota mal... nadie... están demasiado entusiasmados como para notarlo."
Y allí comenzó el concierto. Diez preguntas a responder como "verdaderas" o "falsas". Únicamente había que justificar las falsas. Eran todas falsas. Dato menor, que conocimos una vez corregidos los exámenes. Nada, un flash-forward.
Lo que sucedió en esa hora y veinte minutos puede ser visto como lo siguiente:
Y el público festejó cuando terminó. 80 minutos de show.
...
Pero luego el productor vino a hablarme... (Sería mi conciencia)... dijo lo siguiente: "El show fue un desastre. Cuando corrija los exámenes verás que en el decimoprimer mes tienes que rendir el recuperatorio. Desastre. No sabes nada. Y la profe se da cuenta cuando sus alumnos le FRUTEAN TODO EL EXAMEN. EN SU TOTALIDAD TOTAL."
...
Fueron dos semanas de duelo. En noviembre hace mucho calor, pensaba. En noviembre quiero hacer cualquier cosa menos este putísimo examen... Voy a matar a una vieja. Así catorce días seguidos.
Y finalmente el período de luto terminó. Llegó la fecha. Hoy nos entregan los exámenes. Primeras palabras de la profe: "Las pruebas fueron un desastre. Desaprobó la inmensa mayoría. hijosderemilputaporquenoleenlostextoslaputaquelosparió."
Y mi semblante se puso blanco como la nieve, que es bastante blanca de por sí.Las dejó sobre una mesa y no las tocó durante toda la hora y veinte; la hora y veinte que alguna vez había visto conciertos hoy no veía más que llantos y gritos desconsolados hacia adentro, y alguna que otra puteada hacia afuera. Era como visitar un teatro abandonado, un estadio que había caído en ruinas por un incendio o algo por el estilo. Una escena propia de una ciudad como Pripíat.
Y pasaron ochenta minutos. La profe se fue. Y yo, junto con un ademán un tanto violento, me paré y corrí hacia la mesa con los exámenes sobre sí. Mitad de la pila para un compañero, "repartilos", le dije. Y comencé:
"Uhh... te compadezco querido amigo :( Tienes un 4. En noviembre. No estás solo."
"Uy, no, ahora te ha llegado la hora. Un tres es tu nota. Que en paz descanses, ser de luz."
"Diantres, ahora es tu turno. Noviembre es el destino. Con un cinco y cincuenta céntimos de nota, es que pasas a mejor vida."
Y lo que ví, me heló la sangre.
Un número redondeado por debajo, terminando en línea hacia arriba, muy parecido a lo que conocemos como "seis" se asomaba entre las hojas. Además, se asomaban notas del concierto. Mi letra se caracteriza por ser quizás la peor entre las peores. Por lo que reconocerla es muy fácil, simplemente se debe leer hasta que llegan un montón de dibujos y tachones ilegibles. Esa será mi letra.
Pero yo no lo creía.
Inmediatamente, corrí todas las pruebas que había antes de la mía. Y lo supe.
¡¡¡HABÍA TENIDO UN SEIS MENOS!!! ES DECIR, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HABÍA APROBADO!!!!!!!!!!
Un grito de satisfacción y éxito salió de algún lugar muy profundo dentro mío. "SEEEEEEH!!!!! VAMOS CARAJO APROBÉ ESTA MATERIA DE M*******, VIEJA H*** D* P*** &*%*&*^%*&%*&%*^*^%" y muchas palabras de la misma índole le siguieron.
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Las horas que le siguieron a ese momento épico fueron absolutamente mágicas. Había dado un concierto perfecto, y pese a haber tocado mal todas las notas, y pese a que mi productor se había dado cuenta, el clamor del público había sido demasiado grande como para considerarlo un fracaso. Y la profe estaba en el público, gritando. Había escrito "BIEN" en la parte de arriba de mi examen. Es decir, ella consideraba que yo sabía de lo que hablaba.
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Mi superpoder consiste en rescatar de los rincones más sucios y no visitados de mi memoria una o dos palabras, y en torno a las mismas, elaborar un texto que aparenta tener mucha coherencia y sabiduría y conocimiento por detrás.
Yo había marcado historia, en ese momento, aprobando con la profesora más difícil de todas, sin saber una sola cosa de la que hablaba en el examen. Simplemente, me dejé llevar por el sonido de las cuerdas, dejé que la lapicera hiciera lo que tenía que hacer. No hice más que dibujar un cuadro con palabras, y decorarlo.
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Puedo decir que he sido estrella de rock.
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