Al principio no lo había notado; entre tantas líneas de colectivo pasó desapercibido. Pero un día comencé a notar que nunca, jamás había visto un 9. La gente comentaba "sí, yo lo ví solo una vez", "ah, yo lo ví dos veces", "no, ni idea el ¿9?". Pero los testimonios del avistaje de 9 existían.
Fue cuestión de tiempo para que un día, lunes lluvioso a la madrugada, me encontrara transitando Santiago de Compostela en la línea 7, y segundos antes de doblar en Mozart, se produjera el milagro:
Un microómnibus verde, de apariencia similar al querido 114 (sus coches nuevos, los anteriores eran una basura) se escapaba furiosamente de mi vista. Sin embargo, olvidó un pequeño detalle: el número de línea se encuentra en los laterales del colectivo, y ahí pude ver con claridad: "Línea 9".
Inmediatamente se fue.
Nunca más lo ví.
Fue anécdota para el día, primer avistaje de 9. O eso creía.
De curioso, al llegar a casa ingresé al sitio web Omnilineas, en el que los recorridos de todas las líneas están a disposición de quien desee verlos. Tecleo "9".
"Enter".
Palidezco.
La Línea 9, de dos ramales, no pasa ni siquiera cerca de la Facultad.
Ya de forma eléctrica, me dirigí hacia otras fuentes. Wikipedia, veamos. Artículo: "líneas de colectivos de Buenos Aires". Línea... A ver... 9, aquí está.
Cargando...
Es azul.
El 9 es azul.
Pero, pero... yo lo ví... Es VERDE
En un estado de confusión máxima, no pude hacer otra cosa que no fuera preguntar a mis compañeros: ¿de qué color es el 9 que vieron?
"Blanco, medio verde". "Verde claro, todo verde". "Rojo, como el 141". "Creo que era azul oscuro".
Crisis, crisis, caos y destrucción. Nada tiene sentido. Todo es ilógico. Me voy a dormir.
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Pasan varias semanas. Ya había recuperado la compostura. Creo que es hora de salir de casa.
Hice mi querido recorrido usual, tomando dos colectivos para llegar a mi Universidad.
Bueno, "querido" es un eufemismo de demencial, demoníaco, desagradable, e incómodo. Incómodo como tener que tener ropa mojada todo el día. Desagradable como encontrar una mosca en la sopa, junto con pelos, cucarachas, todo menos sopa.
Día muy nublado. Nubes negras flotaban sobre mí.
Estaba el 7 en la rotonda de Laguna, y yo dentro en el asiento de adelante de todo.
Estaba el 9 delante de nosotros.
"¡¡El 9!! ¡¡El 9!!" grité frenéticamente. Nadie pareció inmutarse. Ni siquiera el chófer, quien por mis gritos debería haber quedado sordo.
Acto seguido, como una paloma cuando descubre que la están siguiendo y se va volando, el 9 dobló por una calle en contramano y se desvaneció.
Al pasar por esa calle, miré hacia el horizonte, y no había rastro alguno del colectivo.
¿A dónde habría ido? No hay forma de que hubiera recorrido toda la cuadra y doblara en ese tiempo. Fueron apenas 2 segundos.
"¿Viste eso?", le pregunté al chofer.
No respondió, ni siquiera levantó la vista. Parecía como si yo estuviese viendo un video de un tipo manejando un colectivo, y estuviera dentro de él.
Miré a mi alrededor, y toda la gente estaba sentada silenciosamente, sin decir una palabra, ni mirar a nadie.
Llegamos a la parada de la Universidad, y toda la gente bajó a la vez. Yo bajé último.
Al pisar la calle mojada, esquivando los charcos, decido levantar la vista.
No había ningún 7, ninguna persona. Nadie había hecho ningún ruido.
Quizás se tomaron el 9.
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