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domingo, 10 de mayo de 2020

Cómo regalarle un kilo de helado a tu vecino desconocido

Hay que comenzar utilizando una aplicación de pedidos defectuosa. En épocas de aislamiento, el delivery es una alternativa muy elegida por muchos. Antes solíamos llamar por teléfono directamente a los negocios de los cuales queríamos adquirir un bien, pero hoy en día optamos por utilizar una aplicación móvil como intermediario (séase Pedidos Ya, Glovo, Rappi, y el ahora infame Uber Eats las más frecuentemente utilizadas).
Entonces.
Es una buena idea utilizar una aplicación que vincula tus datos con los que ya tiene en su base de datos: por ejemplo, la vez que pediste un transporte por Uber, quién sabe por qué razón, hace ya mucho tiempo.
La aplicación utilizó la geolocalización para obtener una dirección aproximada de tu casa y enviarte un auto. Y, al parecer, se quedó con ese dato para siempre. Le habrá parecido un lindo barrio, o pensó que le iba a servir para sorprenderte en el futuro.
Y bien que lo hizo.

Hoy toca pedir un kilo de helado. Por azar, toca elegir Uber Eats. No por azar, Uber Eats ya tiene tu dirección. Sí por azar, la dirección es incorrecta.
Sigue elegir los gustos: kinotos al whisky, sambayón, y chocolate con pasas son una buena opción (a menos que tu paladar aún no sea óptimo. Lo lamento de verdad si el lector forma parte de este grupo).
Paso próximo, confirmar el pedido. ¡Es de verdad una aplicación muy simple de usar!
Paso final, buscar el pedido, cuando llegue...

...en cualquier momento...

Ya casi debe estar.

Ahora viene el paso de la duda. ¿Por qué pasó una hora y media y no llegó el pedido que pediste en la heladería que está a 10 cuadras? Gateando tardaría menos.

A éste lo sigue el paso de la sorpresa: en la aplicación dice que el pedido ha sido entregado.

Evidentemente, ahora es el turno de la molestia: no hay ningún kilo de helado en mi casa y ya se está haciendo tarde.

Sugerimos llamar a la heladería y preguntar si ya despacharon un kilo a nombre tuyo. Te van a decir: "sí, salió hace hora y media. Ya te debería estar por llegar".
Pero ellos no lo saben.

Paso opcional, muy recomendado: reportá el error a la aplicación (si bien fue tu culpa no haber visto que la dirección estaba mal, aún no lo sabías). Te van a devolver el 100% del monto de la compra sin cuestionarte.
La primera vez.

Vas a estar un poco molesto a estas alturas, y un poco humillado, sin saber aún que le mandaste exitosamente un kilo de helado a la casa que está al lado de la tuya. Probablemente una familia esté muy agradecida por esta ocurrencia fortuita.
Si no son gente de bien, se van a quejar de que los gustos son feos. ¿Cómo puede ser feo cualquier gusto de helado gratis? Además, cuando esos gustos gratis son objetivamente una exquisitez, pero esa discusión (esa discusión perenne) es para otro momento.
Después de todo, no gastaron plata y vos tampoco.

...

Pero esto no queda así.
Tu generosidad es vasta, pero también lo es tu gula. El chocolate de ese lugar es buenísimo.

Round 2.

Hacés otro pedido.
Y ahí lo ves. La dirección completada automáticamente por la aplicación.
Ah.
Maldito Uber Eats. "Pinche de suerte". Yo no vivo en esa dirección. Esa es la casa del tarado que vive al lado y le grita todas las noches a la madre a las 2 de la mañana. Ah, dios mío. Le mandé un helado gratis.
Bueno.
No importa. Pedís otro.
Y como sos precavido y muy astuto (o eso creías), le vas a mandar un mensaje al repartidor cerciorándote de que la dirección que recibe ahora esté bien (si bien la modificaste por la acertada, igual haces un doble chequeo.) Así no sale nada mal. Nada. No querés más sorpresas. Eso es ser realmente cuidadoso. Seguro va a salir todo bien.

Por tu mente va a pasar la situación hipotética en la que le envías por error un segundo kilo a tu vecino pesado: "Jaj, eso sería realmente hilarante.". Pero, ¿sabés qué? Hay algo que lo sería aún más.

Este es un repartidor amable, porque contesta con un "dale" a tu modesta aclaración. Él está haciendo su trabajo, y tiene en su poder tu kilo de helado.

En el mapa, el delivery aún se muestra en una ubicación algo lejos de tu casa, así que mientras tanto vas a seguir preparando la palta. Podés pensar: "tengo que cortar algunas cebollas también, tengo tiempo.".
Pero bueno, ya pasaron quince minutos, debería andar más cerca.
Y después de veinticinco, ya tiene que estar por llegar.
...
!!!
Vas a ver la notificación: "Pedido cancelado".
Te vas a sorprender, y te vas a enojar bastante más que la primera vez.
Algunos optan por golpear una mesa; otros se descargan con una carcajada nerviosa; otros, los fuertes de verdad, solo espetan casi sin mostrar ninguna emoción: "Se ve que hoy no puedo comer helado.".
Vas a ver la justificación en la app: "el delivery esperó más de diez minutos y no se pudo contactar con usted".
El paso siguiente es obligatorio: la reflexión. Pensá por qué te tratan de repente de "usted", si bien todos los mensajes anteriores te tuteaban. Es una pequeña dosis de formalidad para que no parezca que te están boludeando, pero tiene un efecto adverso.

Ahora, pensá bien lo que acaba de pasar, más en detalle: hubo un tipo con un kilo de helado, que vos podías simplemente ir y agarrar, en la puerta de tu casa (con los correspondientes buenos modales, claro está) mientras vos estabas a pocos metros, sólo a unas paredes o pisos de distancia, cortando una cebolla, y no te enteraste que estaba ahí porque nunca, jamás te avisó nadie.

El mapa con su localización no se actualizó.
El buenhombre no te escribió por el chat, y, mucho menos, no utilizó el increíblemente arcaico pero avanzado sistema de "timbre" que algunas viviendas aún tienen en funcionamiento. Por ejemplo, tu casa.

Pobre de él. No se pudo poner en contacto con 'usted', y eso que estaba en la puerta de 'su' casa.
El timbre.
Preguntate lo siguiente: ¿no podía tocar el timbre?
No.
Los millennials no tocan el timbre. Eso quedó viejo.
Ahora se usa la telepatía. Cuando hay alguien afuera de tu casa con un helado lo tenés que saber.

Así es.

Este proceso se puede repetir indefinidamente, pero hay una cosa que te lo va a impedir: cuando un pedido es cancelado por el empleado que lo iba a entregar, automáticamente se inhabilita cualquier tipo de reembolso...
Así que el dinero que te haya costado este helado, se perdió para siempre.
De la misma forma, tu voluntad se perdió por esta vez.
Y ese kilo rico, va a hacer feliz a alguien. Probablemente, al repartidor que hoy tiene postre.
Como tu vecino, que ya está gritando que no le gusta el sambayón.

Mientras vos comés de postre unas uvas.

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Basado en una historia real

2 comentarios:

  1. Jamás se debe pedir por la infame Uber Eats.
    Es la única que usa autos, lo cual la hace más lenta debido al tránsito.
    Es la única que no permite el pago en efectivo de los productos al llegar, lo cual te aseguraría que el repartidor realmente quiera hacerte saber que llegó, para obtener su recompensa.
    Es la única que exige compras mayores al doble de los descuentos que envía. Las otras regalan el dinero y permiten gastarlo y prácticamente comprar algo gratis.
    Y, por sobretodo, es la única que asume tu ubicación. Todas las demás te preguntan de antemano.

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    1. Lamento, estimada persona anónima, que haya tenido que usar esa App. Espero que la próxima vez que la use sea para seguir al pie de la letra mi tutorial y practicar la solidaridad con su vecino.

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