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viernes, 17 de abril de 2020

Desde arriba

Situación... Cotidiana, sí, ya cotidiana. Veo el punto rojo en el cielo nocturno, y no hablo de Marte. No es una estrella.
Es un observador.
Siempre vengo, a la noche, y salgo al patio a hacerle compañía. Sé que me ves, y sé que me ves verte.
Es difícil describirlo. Es similar a las 'luces' de colores que se ven después de mirar fijo una luz, o después de tener un golpe fuerte, pero muy, muy tenue, y en un punto fijo en el cielo.
No se trata de un punto infinitamente pequeño como las estrellas que vemos, sino de un círculo un poco más grande, mucho más apagado, casi como si el cielo hubiera activado un botón de "grabando".
Transmite una maldad, una perversidad tan, tan profunda, que no existe ninguna palabra para describirla. No hay forma de comunicar los niveles de violencia, enojo, y odio que este punto conserva, concentrado mientras nos mira.

Primero pensé que era yo. Que tenía algún tipo de problema en la vista, y que veía cosas raras en el cielo oscuro. Pero al verlo allí todas las noches, por días y días, comencé a suponer que se trataba de algún tipo de artefacto espacial, ya sea humano o no humano.
Hasta que ese día, confirmé que era él.

Habíamos invitado a algunos amigos a cenar con la excusa de conocer al bebé; había nacido hace pocas semanas.
No solíamos traer mucha gente a casa, preferíamos pasarla por nuestra cuenta.
Preparamos una mesa en el patio; el clima estaba agradable esa noche y no había ni una sola nube en el cielo.
Empecé poniendo algunos platos, los que usábamos siempre para comer adentro. Pero claro, fue un error tentarlo de esa manera.
Los invitados llegaron temprano, y sólo habíamos puesto dos platos y nada más.

- Holaaa, cómo andan?
- Bieen, bien, gracias por la invitación!
- Pasen, pasen, estábamos poniendo la mesa, ya sale esto

Claramente el primer paso fue presentar el bebé. Ella se encargó de eso, y de paso les mostró un poco la casa, mientras yo llevaba los platos y vasos que faltaban a la mesa. Había sólo dos puestos.
Y uno movido.
Primero pensé que lo habría empujado alguien sin querer, quizás yo mismo involuntariamente. Lo acomodé, y lo vi. Ahí, donde todas las noches.
..."fuiste vos".
Subconscientemente había pensado en eso. "Es él. Pero, cómo..."
Corregí el plato movido, y lo miré con una mirada amenazadora. Pero, claro, qué podría hacer yo...
El otro plato se levantó en el aire, y golpeó la mesa fuerte. No se rompió, pero hizo mucho ruido.
Claro, todos miraron y vinieron a ver qué se me había caído.

- ¿Estás bien?
- Sí, sí... Tengan cuidado.

¿Cómo empezar a explicarlo? No se puede.
Mientras pensaba cómo, cómo siquiera iba a explicar lo que estaba por pasar, el otro plato se tira "solo" al piso y estalla en pedazos.

- Es él... Se escapó. Al final lo logró. Lo logró.
- ¿Qué? ¿Quién se escapó? ¿Qué está pasando?

En mi mente aparecieron los recuerdos de ese día; el día más violento del mundo.
...
[Golpes, puñetazos, sangre salpicando y demasiados insultos]
- ¡¡No te vas a escapar de acá, pedazo de basura!!
- ¡¡¡Matalo, rompele toda la cara!!!
- No, no, dejalo vivo, que se despierte cuando esté adentro ya...
- Traeme los ladrillos, dale, vení
- Lo que costó agarrarte eh, hijo de puta... Sabés todo el mal que causaste? Tenés idea?
- No puede responder, no ves que lo hicimos bolsa?
- Tenés razón, a ver traémelo...

Ese día fue el más escalofriante de mi vida. Estábamos en la base de la pirámide, por realizar un emparedamiento del científico más loco, más malvado, y más retorcido de toda la historia.
Ninguno de nosotros era violento; todo lo contrario. Nadie se hubiera imaginado haciendo algo tan terrible.
Por si no se entiende: íbamos a meter a una persona viva adentro de una pared, en la pirámide.
Este hombre, de nombre desconocido, había realizado pruebas de una perversidad sin nombre.
Decía él, entre delirios y gritos, que estaba a un paso de ser capaz de moverse en la cuarta dimensión espacial.
Realizaba sus experimentos con animales, la mayoría de los cuales terminaban horriblemente desmembrados, e incluso utilizó a algunas personas para otras pruebas...
Era un hombre loco, fuera de sí, inconsciente y únicamente dedicado a completar su objetivo: viajar en una cuarta dimensión, llevara lo que llevara.
A nosotros nos había robado las mascotas, y nuestras pertenencias, así como, suponemos, familiares de uno de los otros. En mi caso particular, me había intentado secuestrar a mí.
¿De dónde nos conocía? ¿Por qué a nosotros? No teníamos idea. ¿Llamar a la policía? No... Nuestra ira nos nubló el juicio, y pensamos directamente en tomar una venganza a mano propia.
Pensamos, muy erradamente, que esto sería lo mejor...

- Dale, dale que falta poco
- Tapá acá, acá, que te quedó un hueco
- Que no entre nada de aire, que no pueda ver nada
- Listo.
- Rajemos de acá y tapemos la salida
- Vamos, vamos

Lo metimos dentro de la pirámide, dentro de una pared, y cerramos todo, absolutamente todo para que no pueda salir. Tendría que haber derribado tres paredes extremadamente macizas y no tenía nada para hacerlo.
Pensábamos que eso iba a alcanzar, y sobrar.

Pero evidentemente no. El maldito había conseguido lo que siempre buscó. Al fin y al cabo, tenía razón.

- ¿Quién se escapó? ¿De qué hablás?
- Mirá... imaginate que, a ver, esperá que agarro una hoja.
[Se caen las sillas, 'por sí solas']
- Esta servilleta, imaginate que es un universo en dos dimensiones. Suponete que hay algunas criaturas que habitan acá, que solamente se pueden mover a lo largo del plano de la hoja. Si miro la hoja desde arriba, puedo verla entera. Sin embargo, las cosas que habiten acá no pueden mirar "para arriba", porque esa dimensión no existe en su realidad. Para ellos solamente tendría sentido mirar hacia los costados, hacia adelante, o hacia atrás. No hay más que eso. Bueno. De la misma manera, podríamos pensar que existe un entorno de cuatro dimensiones, en el que nosotros estamos contenidos. Podría haber una criatura, una cosa, algo que nos esté observando desde "arriba", y que nosotros no tengamos ni remotamente la chance de imaginar qué significa ese "arriba". No es posible.
[Se cierra la puerta de la cocina con la mayor fuerza que ví en mi vida]
- Bueno. Creo que hay alguien enojado con nosotros que puede hacer eso.
- ... Eh... P... ero... Pero cómo... Cómo nos defendemos de algo así...?
- No podemos. No hay donde esconderse. Vuelvo a la servilleta. Una 'cárcel' en esta hoja podría ser un cuadrado, y todos los reclusos estarían adentro del cuadrado. Pero si me metieran ahí, puedo escapar sin problemas por arriba, no me cuesta nada. Igualmente, no hay lugar donde se puedan esconder. No pueden hacer pozos, no pueden ir a ningún lado. Y sin embargo, nosotros podemos meternos en su universo y hacer lo que queramos. Ellos no van a ver más que una sección de nuestro cuerpo tridimensional, en su mundo plano. Así de libre se siente él ahora.
- ¿¿Quién es?? ¿¿¿Qué tiene contra nosotros???
- ¿Te acordás el día que llegué a las 2 de la mañana y te dije que me había quedado dormido en el colectivo? Bueno... Esto no tiene ningún sentido, parece un malo guión de una película, pero así fue... Un viejo loco de la cabeza me intentó secuestrar porque quería hacer experimentos para moverse en la cuarta dimensión...
- ¡Aaaahh!
[Uno de nuestros invitados se cayó al piso, con una pierna completamente rota]

La situación fue muy clara en mi mente. Los recuerdos volvieron, pero ahora me imaginé lo que habría pasado después...
La triple pared que le levantamos al demente, extremadamente malvado viejo no tenía sentido. Se debe haber reído muchísimo de nosotros. Todo lo que tuvo que hacer es escapar "por arriba", moviéndose en su bendita cuarta dimensión... Ni siquiera tuvo que romper ningún muro, ni derribar nada.
Y ahora, ahí estaba, mirándonos "desde arriba" como un punto rojo en el cielo...
Esperando para hacer lo que quisiera cuando tuviese ganas de hacerlo.
Mirándonos todas las noches, desde su cómodo lugar, sea donde fuera que esté, sabiendo que nunca, jamás, se había sentido tan libre como lo estaba ahora.

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Basado en un sueño real.

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